Al llegar a cierta edad una amplia cantidad de personas recurren al uso del bastón para mejorar su seguridad a la hora de caminar. Más que un signo de desgaste como algunos piensan, el bastón representa muchas veces una herramienta excelente para continuar activos y ayuda en gran medida a mantener la independencia motriz. En otros casos como las lesiones, los bastones juegan un papel primordial en la recuperación siendo apoyos con mejor manejabilidad que un par de muletas.
Conservar el equilibrio es quizás el más obvio de los beneficios pero en orden de proveer las mejores condiciones a la hora de caminar, el bastón bien puede complementar su uso con calzado de suelas que no se derrapen, como las de caucho, que son muy comunes en zapatos tenis. No se deben utilizar pantuflas, ya que pueden soltarse de los pies y provocar una caída; tampoco se recomienda el uso de tacones.
Otro beneficio es disminuir el cansancio de una parte específica del cuerpo, pues como sucede a menudo nuestros patrones de movimiento durante una vida, repercuten más en un lado del cuerpo. En dichas condiciones el bastón funciona a la perfección, reduciendo el esfuerzo total que esa parte tiene que realizar al movernos. En caso de lesiones es recomendable apoyar el bastón a un costado del cuerpo. Cuando se trata de adultos mayores la forma recomendable es colocar el bastón de forma frontal en dirección del desplazamiento.
Gracias al uso constante y a la seguridad que brindan a sus usuarios los bastones también ayudan a prevenir las lesiones así como a calmar los dolores artrósicos y a prevenir la degradación de sus articulaciones. Antes de seleccionar el bastón ideal recomendamos consultar un especialista, fisioterapeuta o geriatra.
